El olor de sus letras

El segundo volumen de su preciada colección incluía todas y cada una de las canciones que compuso para mí.

Las tocaba sutilmente ante su esposa. Las gritaba brutalmente entre mis piernas.
El pecado no es pecado si uno siente de verdad. Me decía sollozando cada tarde al despedirse.

Sucumbiendo besos imposibles y caricias mentirosas, su presencia ilusionaba mi cerrado corazón.
Era astuto. Guapo y bueno. Noble, rico y generoso. Pasearse por mi cama lo inspiraba y encumbró. Compositor de renombre y alta cuna lo apodaron.
Si supieran que mi olor estaba oculto entre sus letras, enredado en su boca, escondido en un cajón…No. Nunca le cobré.

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