"Soy ese amor que negarás para salvar tu dignidad... soy lo prohibido". Olga Guillot
¿Te puedes enamorar de la voz de alguien?
¿Del sonido de sus palabras cuando chocan contra el viento? ¿Puedes caer rendido
al olor del perfume una piel? ¿A una forma de mirar? ¿A los infinitos silencios
llenos de complicidad que mientras todos miran y nadie sabe, alguien te regala?
La respuesta es sí. La respuesta es que puedes
perder por completo la cordura y convertirte en alguien que jamás has anhelado ni
imaginado ser y dar de ti a un puro
desconocido, a un intruso en tu camino, todo tu credo regalando rincones de tu
alma que ni tan siguiera sabías que existían.
Rocío se quedó parada con la escoba en la
mano escuchando la canción que en aquel oportuno momento la vieja emisora
decidió emitir. Una de esas cadenas de radio antiguas que nadie escucha pero
que a todos les remueve el alma cuando sin querer la sintonizan.
Olga Guillot cantaba un viejo bolero, “Lo
prohibido” y sin poderlo evitar arrancó a llorar sintiendo que aquellas letras
eran capaces de describir lo que ni ella misma podía expresar con palabras.
(...)
A su mente y corazón llegó el recuerdo del
primer día que se lanzó a los brazos de Joaquín.. Sus miradas se cruzaron y de
nuevo el fuego ardió en su vientre. Se dejó llevar, como nunca antes en toda su vida , en ninguna circunstancia, se había permitido, y lo besó, poniendo en juego todo su miedo, todas sus cartas, toda su estabilidad. Rodeada en su cobijo,
degustando su saliva y mordiendo la carnosa boca de aquel bello hombre, presa del pánico, por un instante se apartó de los labios de su amado secreto
y un mar de nervios asaltó su razón. Estás
casada. Está casado. No debes, no puedes, no está bien Rocío.
Joaquín la miró fijamente permitiéndola dudar
unos segundos, la sabía suya y entendía su miedo. Con un susurro tierno y
seductor y tras los momentos de rigor que su amada
necesitó, le musitó un sigue por favor
que bastó para desatar la furia de pasión contenida por años en un rincón
secreto de su feminidad y de nuevo se abalanzó
a su boca, esta vez para darse por entero.
Relato 2. Mariposas en el estómago. ( aun no a la venta)