Fue en la fiesta de Fusión. Dos apellidos se unían dando paso al mayor bufete de Barcelona mientras el mundo lloraba la caída de unas torres gemelas.
Llevabas la corbata desabrochada, la vergüenza en el bolsillo, mirada de otros tiempos y en las suelas del zapato el tedioso camino que separa nuestros ombligos y se viste de un tejido llamado corrección.
Desafiando el riesgo te acercaste al sonar Dos gardenias. Sabías que es mi canción. Y sacaste a bailar a la estúpida secretaria de laboral ilustrando un tópico visible a los ojos de todos.
Cristina te extraño, susurraste entre mis dedos, erizando mi existencia y nublando mi razón.
Nuestras bocas dieron paso al recuerdo de una realidad imposible que se desdibuja al sostener que la premisa era preservar nuestras vidas. Se encogió mi corazón cansado de soñar en ti.
Besaste mi mano al morir las flores. Volvimos a nuestras mesas.
RELATOS presentados a Concurso
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