Nunca habías sacado todo aquello, nunca habías llorado tu recóndito dolor. Era el momento. Había llegado la hora de entrar en una nueva y mejor etapa en tu existencia que requería un peaje llamado depresión. Un peaje que juntos, de la mano , íbamos a superar, entre confesiones, lágrimas y corazones desnudos.
Tras una cuantas sesiones más fuimos consiguiendo que tu alma reviviera tomando conciencia del maravilloso cambio que se estaba produciendo en tu interior una vez aceptado el que uno no puede dominar el mundo, sino dejar que fluya a través de él deseando y proyectando lo mejor para sí y los suyos.