Respiro hondo, trato de parecer interesante, ingeniosa, y me
pregunto a toda velocidad cuál es la respuesta adecuada. Qué palabras sonarán
mejor y harán que parezca lo que tú quieres que yo sea. Trato de averiguar qué
esperas de una mujer. Trato de adivinar leyendo entre las líneas de tu lenguaje
corporal qué opinas de esta tonta rendida a tus encantos serios y sobrios y de
nuevo me esfuerzo en ser la mejor versión de una yo que ni tan siquiera existe
para agradar a un hombre que no conozco en absoluto.
Porque eres hermético.
Callado. Prudente. Educado. Guapo a morir. Introvertido y seco como nadie.
Quizá por eso te amo. Porque te invento en mis noches vacías de amor y llenas
de sueños llenos de ti y convierto tu piel en la de un príncipe azul celeste que ilumina
mi esperanza.
Me observo semiagotada de tanto esfuerzo absurdo y de nuevo
veo cuán idiota soy al tratar de convertirme en lo que creo tu ideal de persona. Abandono una mañana más mi esencia pura apostando por una actitud
camaleónica cual panacea hacia tu corazón mientras en un rincón de mi cerebro me
pregunto si esto es lícito.
Recupero la compostura, enderezo mi columna y desempolvo la dignidad casi
ahogada en absurdas fantasías. Trato
de tenderle la mano a mi cordura y marco en la calculadora lo que pretendo explicarte
en esta, nuestra reunión matinal.
Entra alguien. Nos molesta. Bajas tus gafas redondas para mirar por encima de ellas y respondes con esa pulcra educación de colegio de curas que arrastras en cada frase. Miro al suelo como queriendo no escuchar lo que sea que tenéis que hablar. Pienso de nuevo en tu perfume y el efecto que me causa. Los números , vuelve a los números me digo. Y eso hago. Sumo uno y uno y salen tres. Porque ella es el tercero. Tan bonita y tan morena, alta y guapa como tú. Respiro hondo. Tipex, necesito típex para borrar esta absurda idiotez que es el haberme enamorado de ti. Pero la culpa es de tus ojos, de tu voz y tu sonrisa. Hazlo vamos, hazlo de nuevo, alimenta mi inocente esperanza alargando nuestro rato con más números absurdos.
Confúndeme hasta la locura para llenar más sueños con tu olor. Mírame por un instante como sé que a veces haces, cuando nadie nos ve aunque todos miren y demuéstrame que no estoy loca al pensar que tú, también piensas en mi.