El Sol es un pícaro viejo.
Entra por la ventana y me llena de niñez.
De mañanas de luz y bicicletas. De días llenos de alegría y presente. De quiero ser grande pero nunca he sido tan feliz.
Se cuela entre mis cortinas ilumina mi cara y me cierra los ojos evocando recuerdos de entonces. De cuando eráis jóvenes fuertes y que os podéis acabar no entraba en mi cabeza. De cuándo yo tenía 7 y vosotros a penas 30. De cuándo lo eráis todo y mi única ley.
Escucho los gritos de niños con rodillas heridas y barro en las manos. Escucho a mi madre, más joven que yo ahora, llamándome a comer. Huele a piscina, a tierra, a cinco minutos más.
Bendito Sol inmóvil al tiempo que me transporta a cuándo éramos libres.
Hoy toca arroz con leche y torrijas. Es Semana Santa niña no se come carne. La yaya viene y haremos roscos de anís. Eras tan joven y tan bonita.