Aprender a apreciar tu belleza sin despreciar la mía. Ver en tus dignas rectas lo bonito de mis curvas. Amar a mi cuerpo desde el centro a las fronteras aun no siendo lo esperado, lo deseado, lo estipulado por todos. Ser tu amiga y no rival. Porque todas somos una. Aceptarnos como somos. Ser lo que somos. Respetar el reflejo del espejo, alabarlo, mimarlo y cuidarlo. Eso, eso es lo más difícil. El puñetero espejo que me muestra una belleza mutilada por los años, el cansancio y abandono. El secreto y sombrío sentimiento de no ser bonita, de no gustar, de no gustarte. De no dar la talla. Abandonarse no es quererse, exigirse en exceso es dañarse, el difícil equilibrio del que todos hablan y cuentan alcanzar, lo busco incesante en cada día, en cada lunes. Imposible. No quiero, estoy cansada, me aburro.¿Volverán sus ojos a mirarme como antes? ¿Volverán los míos? Y entonces, a mis años, ya mayor para unos cuantos, aprendo a simplemente aceptarme, respetarme, cuidarme. Apreciar mi belleza sin menospreciar la tuya.
Comentarios
Publicar un comentario